Lo particular de la propuesta se desprende de la forma de entender y definir el problema central: cómo hacer un paseo de borde mar a lo largo del Gran Valparaíso más allá de la respuesta evidente, esa que atiende una franja continua de áreas verdes que se empalman a otras existentes al interior del plano. Si bien esta respuesta no es errada, es insuficiente para entender el problema de fondo: el borde mar. Esto significa colocar el agua como centro y no como límite.
El borde mar no es otra cosa que la ribera. La ribera es, y ha sido siempre, el lugar de mayor riqueza para la vida. Queremos proyectar nuevas riberas en vez de crear sólo nuevas áreas verdes. Las riberas son prestadoras de servicios ambientales, por lo tanto obligan a una comprensión global del territorio que las conforma. Entonces la estrategia central es proyectar riberas como espacios públicos, aumentando lo más posible su espesor. Esto implica que los espacios públicos estén vinculados siempre al orden sistémico de las aguas, que aunque urbanas, provienen del territorio y prestan servicios ambientales.
Se ha declarado que el correcto trato con las aguas urbanas depende de cuán naturalizadas se encuentren sus riberas, siendo el extremo contrario los bordes impermeables producto de la canalización. Esto debe ser atendido definiendo bordes naturalizados que en vez de reducir, aumentan las llanuras de inundación para disipar las fuerzas de crecidas de los cauces.
Las áreas verdes vinculadas son nuevos soportes de servicios ambientales en los que se proyectan otros imaginarios y con ello nuevos usos. Nuestras ciudades se fundan junto a ríos y entre esteros, quebradas y cerros, pero estos elementos territoriales parecen molestar a la trama urbana. Dichos elementos son contenedores de memoria, de las historias de infancia de nuestros abuelos, nuestros padres y de nosotros mismos. La recuperación y proyección de riberas son también una acción de resistencia a perder dicha memoria, a la reconstrucción de imaginarios y a la oportunidad de recuperar un patrimonio tan importante como el arquitectónico y urbano: el patrimonio natural.
Los paseos por el borde del mar orientan la estrategia de movilidad. Ésta no está definida sólo por el traslado de gente, sino por convertir el viaje en una experiencia. La infraestructura de movilidad propuesta no busca sólo la descongestión del sistema vial existente sino la mejora de la experiencia de traslado para el disfrute del viaje. Las estructuras de movilidad siempre buscan la eficiencia en términos de reducir las distancias y esto ha ocasionado la pérdida de los mejores espacios que disponen las ciudades, sus bordes. La movilidad ha de ser entendida como una experiencia. No debe evitar el trayecto sino diseñarlo; los intermodales estar en los espacios verdes de mayor tamaño y los trayectos, preferir aquellos ejes que hacen de la experiencia de viaje, la mejor posible.
Los proyectos de transformación urbana no deben estar motivados por el desarrollo turístico como cuestión central, sino que deben buscar la creación de nuevos vecindarios potenciando el desarrollo de la vida en familia. Si las infraestructuras verdes son detonantes, harán aparecer nuevas áreas de desarrollo urbano adyacente. Las nuevas áreas de desarrollo urbano deben proyectar residencias de calidad para regeneración urbana integral.
5 intervenciones de gran escala y 12 estaciones intermedias buscan reinterpretar la relación de los habitantes del Gran Valparaíso con el mar, asegurando el libre acceso al borde costero y vocación pública de un aspecto multiprogramático, capaz de albergar diversas actividades productivas y que pone en el centro la relación de las personas con el agua y con esto proponer un nuevo modelo de desarrollo para el ordenamiento de su territorio.
La conurbación costera del Área Metropolitana de Valparaíso tiene a la actividad portuaria como el pilar y piedra angular de su desarrollo de lo que denominamos Bahía de Valparaíso. Esta “Bahía de Valparaíso”, ha desarrollado una trayectoria con una ligazón funcional de las comunas que la conforman como conurbación, en el uso y aprovechamiento de su borde costero.
En las últimas dos décadas, el Gran Valparaíso y cada una de las ciudades que la constituyen (Valparaíso, Viña del Mar y Concón), han experimentado significativas transformaciones en los campos demográfico, socio-económico y urbanístico que la distinguen en el contexto de la región de Valparaíso y del País. La tendencia desde el 1800 ha sido el constante avance urbano sobre las condiciones naturales, situación que aumenta los riesgos y desastres en el borde mar.
Este avance del borde costero del Gran Valparaíso (particularmente en la ciudad-puerto) hacia estadios de artificialidad cada vez más consolidados, con predominancia de usos infraestructurales, comerciales y productivos, ha significado el deterioro de los espacios naturales y de vocación pública que alguna vez caracterizaron. Mantener y no reconocer los sistemas naturales hace vulnerable las condiciones urbanas y las portuarias como parte de ella.
Consideramos los estuarios como espesores ambientales o superficies superpuestas entre el sistema tierra-mar que definen la estructura de la ciudad y el patrimonio urbano.
El proyecto ESPESORES DE RIBERA establece 5 estuarios para el desarrollo de intervenciones de carácter de uso público y restitución de las condiciones ambientales. Laguna Verde, Eje Avenida Francia, Marga Marga, Reñaca, y Aconcagua.
El estuario y el litoral, como una sola unidad integrada desde los procesos naturales. La estructuración de riberas interiores o lacustres diversifican la oferta del litoral, aumentan las continuidades de circulación, generan más ofertas programáticas y asimilan de mejor manera las relaciones de continuidad natural respecto de las condiciones lacustres y marítimas.
Por otro lado las condiciones lacustres son más hospitalarias que lo marítimo, se adaptan mejor a la diversidad de perfiles de usuario, crean más oferta de uso familiar complementando el litoral.
Los procesos litorales, la acción antrópica y la pérdida sistemática de los sedimentos de las playas y dunas, como así también marejadas e inundaciones, son el resultado del mal manejo de las Cuencas de la bahía de Valparaíso. Se hace por tanto es necesario entender ciertos procedimientos como base de actuación, para así asegurar sostenibilidad de estos espacios de litoral o espesores de ribera. Para ello se establecen los siguientes lineamientos:
1_La protección de la playa y su proyección hacia el mar (áreas de manejo) y hacia el territorio (humedales).
2_La consideración de la playa como recurso natural renovable.
3_Favorecer la recuperación de espacios libres naturales del frente costero, proyectados como espesores hacia las riberas lacustres.
4_La optimización de los usos y recursos de estos sistemas naturales, sistemas activos con el hombre como parte y no como protagonista.
5_La garantía del uso público, como principio básico de las estrategias.
Complementario a este hecho se desprenden tres líneas estratégicas que interactúan fuertemente en la consolidación del espesor costero; con ello nos referimos a Lo Ambiental, La Movilidad y Lo Urbano como triada responsable de intervenir sobre el territorio. Lo Ambiental nos lleva a pensar la infraestructura verde como soporte de espacio público resiliente frente a situaciones de riesgo mediante recuperación de los estuarios, sistemas de drenaje, manejo de aguas lluvias integradas a acciones convergentes, transporte regulado de sedimentos para favorecer la regeneración de procesos litorales y la estructuración de riberas interiores como ofertas programáticas complementarias al litoral.
La Movilidad será entendida desde su dimensión multimodal como factor de acercamiento a la ciudad y con ello al nuevo espesor de borde mar, en donde el problema no es ir más rápido, sino disfrutar de una mayor viabilidad para llegar al destino final de una manera agradable. Por eso es muy necesario estimular distancias cortas y tener en cuenta diferentes medios de transporte, incluso aquellos que permiten velocidades más bajas, como los ascensores, las bicicletas o incluso caminar, con el objetivo de recuperar un tiempo diario que puede dedicarse a la participación social.
Lo Urbano será el resultado de las decisiones territoriales fundadas en las teorías de ecología del paisaje y las dinámicas naturales asociadas al encuentro de las aguas entre la quebrada y el mar. En torno a estas nuevas aguas de interfaz aparece el potencial de intensificación urbana, capaz de dar soporte a nuevos y diversos usos públicos y privados, y de esta forma mejorar las condiciones de habitabilidad y productividad de las ciudades costeras del Gran Valparaíso.
Los financiamientos sectoriales ya sea regional o comunal, adolecen de mecanismos de financiamiento oportunos así como de la escala de las inversiones requeridas para las intervenciones propuestas en el estudio. La iniciativa derivada de este nuevo enfoque basado en la sustentabilidad ambiental del territorio urbano permite la integración del nivel central a la gestión del territorio comunal y abre la posibilidad del financiamiento desde la acción directa de los ministerios y de otras reparticiones del mismo carácter a escala nacional.
La factibilidad proyectual de las intervenciones deberá operar mediante un modelo de rentabilidad social como factor para la activación del espacio público.
1_Un primer macro-actor, el Estado, como propietario del nuevo suelo urbano de ribera creado. Este aporte tiene horizontes no finitos de trabajo (nunca va a perder la propiedad de esa tierra).
2_Un segundo meso-actor, Concesionario, que recibe ese nuevo suelo urbano para intervenir morfológicamente sobre él (ej. a través del desarrollo de nuevo espacio público e infraestructura), con un horizonte fijo pero a largo plazo (ej. concesión a 50 años, luego de lo cual la infraestructura pasa a dominio público).
3_Un tercer actor de micro-escala, el Operador, que utiliza la infraestructura creada por el concesionario para generar negocios (ej. franquicias de restaurants). Esta escala es la más democrática, podría entenderse que hasta el “ciudadano a pie” podría instalar pequeños negocios (ejemplo: food trucks) aprovechando la infraestructura concesionada.
Equipo
DISEÑO URBANO: SHIFT arquitectos + BOZA WILSON arquitectos /Natalia Busch, Stephan Schaale, Cristián Boza Wilson, Pedro Pedraza
Asesoría Urbana y Patrimonio: Alejandro Echeverri (URBAM), Roberto Barría (UTFSM), Jorge León (UTFSM), Marcela Soto (UTFSM)
Asesor Geografía, Biología e Historia: Luis Alvarez (PUCV)
Asesor Movilidad: Diana Mery (STEER DAVIES GLEAVE)
Asesor Ingeniería en Obras Marítimas: Mario Ramirez (DILHAN & DILHAN CONSULTORES)
Asesor Ingeniería: Paola Moraga (PUCV)
Asesor Comunicación + Participación Ciudadana: Omar Cortés
Colaboradores: José Ignacio Tello, Juan Arredondo, Cristian Seguel ClienteEmpresa Portuario Valparaíso (EPV)UbicaciónRegión de Valparaíso, ChileAño2017 / 2018